Tradicionalmente
se ha venido identificando a la derecha con lo reaccionario, lo xenófobo, lo
racista y lo intolerante, mientras que la izquierda sería sinónimo de
progresismo, tolerancia e internacionalidad. Esta identificación, que
arrancaría del famoso proletarios del
mundo, uníos (uníos por el amor de
Dios, como decía el chiste cuando fue elegido Juan Pablo II, por aquello de
dar un matiz cristiano al comunismo), es desde luego hecha por la izquierda,
que cuando habla de cabezas rapadas
los asocia con los fascistas (sic) o neonazis, ocultando cuidadosamente que los
redskins (cabezas rapadas de
ultraizquierda) son, por lo menos, tan violentos, racistas, xenófobos e
intolerantes como los que les miran desde el otro extremo del espectro político.
Viene
todo esto a cuento de las palabras de un diputado socialista que, dirigiéndose
a una camarera de nacionalidad rumana que no entendía el catalán –o, según se lee
en la noticia, que no entendía el matiz de pedir un té con limón en el que
pusiera en el sobre té con limón… se
ve que el político piensa que todos son de su condición y no se fía ni de su
sombra- le espetó un Si no te enteras de nada, qué estás haciendo aquí. Vete para tu puto país.
Puesto
que, por lo visto, la discusión se prolongó durante dos horas, el diputado, más
que del extremo oriental de la antigua Corona de Aragón, parece oriundo de la
zona más occidental. Por lo cazurro, digo, dicho sea con todo respeto para los
maños.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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