Precisamente ayer hablaba sobre la conveniencia o no de preservar lenguas que, aunque en
términos absolutos tienen la misma importancia que cualquier otra, en términos
relativos no pasar de ser variedades locales que sólo con respiración asistida
son capaces de sobrevivir. Como, aunque no lo mencionara ayer, el vascuence. Porque,
vamos a ver, ¿qué origen eusquérico puede tener la palabra aeroportúa? La leyenda urbana dice que, en puro vascuence, el
vocablo equivalente sería algo así como aizekaia,
con lo que, si se acentúa en la última i,
sonaría francamente mal para cualquiera que se aproximara al lugar por
cualquier medio que no implicara mantenerse en contacto con el suelo.
Y
hoy toca hablar de un tema en cierto modo relacionado con el anterior, como es
el escaso, por no decir nulo, dominio de los idiomas (los propios y los ajenos)
por parte de la mayoría de la población española: precisamente, uno de los
comentarios que más suelo hacer es pero
qué mal habla/escribe este tío (o tía). Precisamente ayer leía, en el
dominical del diario El Mundo, en una
entrevista a un arquitecto octogenario cuyo nombre no voy a buscar pero que está
relacionado con el Talgo, cómo la periodista hablaba, a propósito de la reforma
de la Gran Vía de Madrid, de socavar el
tráfico rodado y el aparcamiento de la zona. Dado que, según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, socavar
es, en una primera acepción, excavar
algo por debajo, dejándolo en falso, y en la segunda debilitar algo o a alguien, especialmente en el aspecto moral,
habrá que concluir que, salvo que lo que se pretenda implicar es que el
obejtivo es debilitar el tráfico y el aparcamiento, lo que la periodista debería
haber puesto, para expresarse con propiedad, es que se trataba de soterrar, ya que este verbo significa enterrar en el sentido de poner debajo de tierra.
Esto,
por lo que hace al idioma de Cervantes. Vamos ahora con el del bardo de Stratford-upon-Avon, en su traslación a la lengua de Nebrija. Resulta en la
versión web del antedicho diario (El
Mundo) hay una sección dedicada a las imágenes del día, generalmente
enfocada a lo que podríamos llamar crónica
rosa. Hace un par de semanas se señalaba que el protagonista de la trilogía
Cincuenta sombras, recordando la
época en la que se dedicaba a cantar, habría grabado una portada del éxito de Paul McCartney Maybe I'm Amazed para la banda sonora de Cincuenta sombras liberadas. Y no lo decían una vez, sino dos.
Evidentemente,
lo que había grabado el cantante devenido actor no era una portada, sino una versión.
Ocurre que, en inglés, ambos términos se designan con la misma palabra, cover. Suele decirse (por los que
comentan los gazapos de semejante calibre) que ya están los becarios otra vez
ocupándose de las tareas de los profesionales. No creo que esto ocurra, o que
ocurra siempre. Lo que sí ocurre es que se confía mucho en la tecnología (los
traductores automáticos) y, desde luego, nadie se molesta en revisar el trabajo
realizado.
Y
es que cuatro ojos ven más que dos… sobre todo cuando los dos primeros están
cerrados.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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