La
verdad, no sé cómo interpretar la última ocurrencia de Cocomocho. Resulta que, antes de que se suspendiera el pleno de investidura,
el huido dejó caer la posibilidad de aparecer en el susodicho pleno, al tiempo que
exigía al presidente de la asamblea legislativa regional que le amparara, de
modo que no le detuvieran si aparece.
Y
digo que no sé cómo interpretarlo porque no sé si es que piensa que la
inmunidad parlamentaria es esto, o bien que se cree por encima de la Ley, o que
se le ha ido definitivamente la perola, o que echa de menos comer escargots (que,
personalmente, considero perfectamente prescindibles), o qué se yo.
El
caso es que, mientras esto sucedía dentro de la cámara o allende nuestras
fronteras, los secesionistas montaban una algarada, se saltaban el cordón policial (aunque ya sabemos la contundencia
con la que se desempeña la policía regional cuando los que tienen enfrente son
secesionistas) y se concentraban ante la sede de la asamblea. Esa pacífica concentración afrentaba con
gritos de fascista a la cabeza de la
formación más votada en las pasadas elecciones regionales, mientras que los
partidarios del prófugo del peinado inefable se enfurecían por el anuncio del
presidente de la asamblea (la intramuros, no la extramuros).
Lo
dicho, aquello sigue siendo una casa de orates.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario