Aficionado
como soy a emplear en este blog metáforas, circunloquios, perífrasis y, en
general, todo recurso estilístico que me permita decir con diez palabras lo que
podría decir con solo una o dos, lo más fácil habría sido titular esta entrada
con algo como otra rata abandona el barco
que se hunde.
El
problema es que el barco no es que se esté hundiendo, es que prácticamente está
descansando en el fondo de la fosa de las Marianas (o, como dicen en Transformers, en la fosa Laurentina). En
apenas dos años, del partido que lo fue casi todo en Cataluña durante tres
décadas largas ya no queda casi nada. Primero, se deshizo del apéndice que, la
verdad, no se sabe demasiado bien para qué servía, puesto que, una vez
estirpado, el apéndice se disolvió en la nada más rápido que un azucarillo en
un vaso de leche caliente.
Luego,
se cambiaron el nombre, añadiendo a la ofensa la mentira, porque ¡mira que
llamarse demócratas de Cataluña!
Apeado del poder por los Clicks Unidos de
Playmobil, colocaron en la poltrona a un relativamente desconocido don
nadie que, una vez encaramado al balcón de la plaza de San Jaime se lio la
manta a la cabeza y pisó el acelerador de proceso
de un modo que ya querría Fernando Alonso en los grandes premios de la Fórmula
1 de las últimas temporadas.
Con
el nombre cambiado se integraron en una coalición con el partido del estrábico
con sobrepeso, coalición que acabó como el rosario de la aurora, ya que ambos
líderes reclamaban para sí el mérito de estar sufriendo por la causa más que
cualquier otro. Convocadas nuevas elecciones, el (nuevo) mesías Cocomocho pasó olímpicamente de su
partido y creó una formación que giraba exclusivamente en torno a él. Y la cosa
no le salió del todo mal, ya que, si bien superó por los pelos en votos a su
antiguo compañero de coalición, en escaños consiguió la primogenitura… de los
secesionistas: por primera vez, un partido netamente españolista (el PSOE nunca
lo ha sido) era el ganador de los comicios regionales.
Toda
esta parrafada (esto sí que es una perífrasis y un circunloquio) es para decir
que Arturito Menos ha abandonado la presidencia de los pedecatos. Según él,
para concentrarse en su defensa (la de él, no la de ellos) en los procesos
judiciales que tiene abiertos… y los que se le abrirán.
Si
Cocomocho alguna vez vuelve y hace lo
mismo, pronto el partido parecerá un pollo corriendo sin cabeza…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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