Hace unos días mencioné la comparecencia de Rodrigo Rato en el Congreso de los
Diputados para declarar ante la comisión relativa a la crisis que sufrió España
a finales de la década pasada y principios de la actual, y la actitud entre
chulesca y retadora que mantuvo el antiguo ministro.
De
Rato se podrán decir muchas cosas: que si es un chulo, que si es un embustero,
que si es un corrupto… lo que no se podrá decir nunca es que se ha comportado,
en su comparecencia como lo hicieron sus sucesores en el cargo, los socialistas
Pedro Solbes y Elena Salgado, o como lo hizo el ex gobernador del Banco de
España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (nada curiosamente también socialista). Lo
único que puedo decir de los tres socialistas es que sus declaraciones se me
antojan, para ser suaves, vomitivas.
Habrá
quien diga que soy un sectario, que les tengo inquina o que no soy imparcial. Admito
todos esos reproches, pero no me voy a bajar de la burra en lo referente al
tema. Y es, entre otras cosas, porque creo que los hechos apoyan mi postura.
Pedro
Solbes, que ya timoneó el barco de la economía española durante la crisis de
los noventa –y lo hizo de manera harto mejorable-, había sido prácticamente
todo cuando Rodríguez le llamó para que se ocupara de la misma cartera en el
gobierno surgido del 11 M. Conocidos míos que conocen al ministro dicen que no
pudo negarse; desde mi punto de vista, cuando alguien no quiere hacer algo, no
lo hace y punto; y más cuando, como he dicho, se está de vuelta de todo.
Durante
la crisis, Solbes no hizo nada, o no le dejaron hacer nada (precisemos: no le
dejó hacer nada un sujeto que toda la economía que sabía la había aprendido en
dos tardes). Digo mal, porque hizo una cosa: negar, ante todos los españoles
(en el debate televisado con Manuel Pizarro antes de las elecciones de 2.008)
que hubiera crisis. Ahora, diez años después, parece haberse caído del caballo
como san Pablo camino de Damasco y haber visto la luz, porque el muy
desgraciado dice que el gobierno de zETAp debió ser más valiente para frenar la burbuja. Como diría Supetramp, ¿crisis?¿Qué crisis? ¿Esa que negaste ante las cámaras?
Lo
de Elena Salgado tampoco tiene perdón de Dios. Solbes, mal que bien (más mal
que bien visto lo visto), es economista (esa gente que mañana te dirá por qué
no ha ocurrido hoy lo que ayer dijo que pasaría) con experiencia en la materia
(experiencia a nuestra costa); Salgado, soprendentemente, también es economista
(quiero decir, licenciada en Económicas), aunque el primer título que aparece
en su currículo es el de ingeniera industrial; en cuanto a su experiencia, más
bien reducida, y para nada en una situación como esta: lo de poner al grumete a
cargo del barco en medio de un temporal sólo sale bien en Un capitán de quince años, y pare usted de contar.
Bueno,
pues la señora sacó a colación a los discapacitados para justificar los trece mil millones de euros del malhadado Plan
E. Y digo lo de malhadado con
conocimiento de causa, porque he visto en qué tipo de contratos se vertió a
manos llenas semejante caudal de dinero. Caudal que no sirvió para nada; para
nada bueno, nada de interés general, quiero decir.
Con
estos dos elementos, no es de extrañar que estuviéramos en un tris de tener que
ser intervenidos. Si hubieran seguido, u otros de su ralea, lo habríamos sido. Estoy tan convencido de ello como de que, si los socialistas (los actuales, al menos) vuelven al poder, España volverá a asomarse al abismo económico.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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