Los
totalitarios de cualquier tipo soportan bastante mal (forma eufemística de
decir que no soportan en absoluto) la crítica. Cuando dicha crítica se hace por
vía de humor, su enojo sube hasta cotas estratosféricas.
La
aparición de la figura de Tabarnia era algo que se veía venir. En el aspecto
literario, ya Ángel Palomino, en su Vascos
para un nuevo Guernica, planteaba una situación similar: declarada la
independencia de Vascongadas un día de la patria vasca (sic) en la que a Javier
Arzalluz se le calentaba la boca, la provincia de Álava se declaraba
independiente de la recién creada nación vasca y solicitaba ser considerada
como la decimooctava comunidad autónoma de España.
En
un ámbito más particular, hace ya mucho que yo planteaba el absurdo del
(entonces no se llamaba así) derecho a decidir: Vascongadas se separaba de
España, Álava de Vascongadas, Vitoria de Álaba, la calle Mayor de Vitoria, el
número 1 de la calle Mayor, el 2º C del número 1 y Pachi Zabaleta (usaba ese
nombre; mucho más tarde me enteraría de que había una figura pública con este nombre) del 2º C.
Naturalmente,
la aparición de Tabarnia ha sacado de quicio a los golpistas, por más que el
fenómeno no sea sino darles dos tazas de su propia medicina: Cataluña roba a
Tabarnia, Cataluña oprime a Tabarnia, la pobre Cataluña vive a costa de la rica
Tabarnia, los tabarneses no quieren ser catalanes… Nada de ello es original,
salvo en el hecho de que el sujeto activo deja de ser España para pasar a ser
Cataluña, y el pasivo Cataluña se convierte en Tabarnia. Y con muchos menos
medios, pero con mucho más ingenio, Tabarnia ha conseguido en un par de semanas
mucha más repercusión internacional que años y años de esfuerzos (y millones y
millones de euros) de los secesionistas catalanes para conseguir que alguien de
una cierta relevancia internacional les hiciera caso. Por llegar, han llegado
hasta Japón.
Perseverando
en copiar hasta el menor de los gestos de los golpistas, los tabarneses nombran portavoces, organizan manifestaciones… y hasta tienen un presidente en el exilio.
También tiene un corte de pelo peculiar pero, a cambio, tiene mucho más
ingenio, retranca y poso intelectual que Cocomocho.
Entre
Tabarnia y la Justicia española, los golpistas están apañados. Perseveremos en
esa pinza.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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