En
las regiones donde los partidos nacionalistas son pujantes –básicamente dos,
Vascongadas y Cataluña; lo de Navarra es una sopa de letras-, los partidos
llamados nacionales (antes) o constitucionalistas (ahora) que ya
existían en el siglo pasado (es una manera de excluir a Ciudadanos) han
adoptado, en mayor o menor grado, una línea de perfil bajo en lo referente a su carácter de españoles, como si eso
fuera algo que tuvieran que hacerse perdonar, al tiempo que un intento de
pescar en otros caladeros electorales, quizá pensando que sus votantes
tradicionales los tenían seguro.
Nada
más errado. En cuanto a los votantes regionalistas, entre el original y la
copia siempre votarán al original, mientras que los citados votantes tradicionales
lo más habitual es que, para votar a unos que van a hacer lo mismo que los
otros, lo más probable es que no voten.
Por
ello, paleocom, populares y
socialistas, de mayor a menor desgaste, han visto reducidas sus expectativas
electorales a la práctica inanidad. Los primeros, subsumidos en coaliciones que
se insertan en agrupaciones que se incardinan en movimientos, únicamente sirven
para apoyar con su menguante número de escaños a aquellos a los que siempre han
apoyado: a los enemigos de España.
Los
terceros, de ser alternativa de gobierno en ambas regiones -¡ay, aquella
ocasión desperdiciada de mediados de los ochenta en que un socialista pudo
haber sido el inquilino de Ajuria Enea!- han pasado a quedar apartados del
podio (esto es, de las tres primeras posiciones).
En
cuanto a los segundos, aquellos que concitan los odios y la aversión de unos y
otros (regionalistas, comunistas, socialistas…), parecen no recordar que cuando
han obtenido los mejores resultados electorales –y de eso supongo que se trata,
de que les voten cuantos más, mejor- han sido cuando han mantenido una postura
más firme (Mayor Oreja, San Gil, Vidal-Cuadras…) en defensa de España y de los
españoles. Pero, atendiendo a las consignas de Arriolas, Moragas y demás
compañeros mártires –que ya se ve para qué sirven-, han preferido ser suaves,
blanditos, diríase que de algodón.
¿El
resultado? Que en Cataluña, por poner un ejemplo, les siguen haciendo el cordón sanitario pese a abanderar el rechazo al boicot comercial. Boicot que, por otra parte, no es sino libertad de
elección de los consumidores, que entre comprar un producto catalán u otro que
no lo sea, eligen adquirir el segundo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario