Los
políticos de uno y otro pelaje, en general, mientras que atacan con saña
furibunda a los de la bancada de enfrente tienden a proteger o disculpar a los
de su propio rebaño, en tanto el presunto responsable de las conductas
reprobables mantiene su boca cerrada.
Esto
ocurrió, por ejemplo, con Luis Roldán, que a pesar de amenazar tantas veces con
tirar de la manta que la pobre manta habría acabado desgarrada, nunca llegó a
hacerlo o, en todo caso, nunca lo hizo del todo. Y así le va: cuando salió de
la cárcel en 2.010 (según Wikipedia), apenas un quince por ciento de lo que se
supone que arrambló había sido recuperado. El resto está, como suele decirse, en paradero desconocido.
Parecido
caso fue el de Rodrigo Rato, que fuera ministro de Economía, director del Fondo
Monetario Internacional y director de Caja Madrid / Bankia. Acusado de diversos
delitos que cabría encuadrar bajo la denominación genérica de corrupción y
falsedad en relación con la salida a Bolsa de Bankia, fue detenido con gran
repercusión mediática (el paralelismo con el caso de Mariano Rubio es indudable
en lo que a este último aspecto se refiere) y, posteriormente, acusado de
blanquero de capitales y corrupción. Una joyita, vamos.
A
pesar de todo, mantuvo (más o menos) silencio hasta hasta diez días, en que con
ocasión de su comparecencia en la comisión de investigación sobre la crisis
financiera empezó, como se dice, a disparar contra todo lo que se menea: acusó
al actual ministro de Economía de empujar a la quiebra a Bankia para beneficiar a sus competidores, al gobierno del PP de organizar su caída para situarle como
chivo expiatorio de la corrupción y de nuevo a De Guindos de la fuga de depósitos que hundió al sector financiero español y provocó el rescate… rescate que,
según él, fue solicitado como económico y bancario, pero que sólo se consiguió
el segundo de ellos.
Lo
malo es que, aunque diga la verdad, hay dos problemas: uno, que respira por la
herida; y dos, que ha mentido tantas veces que a ver quién le cree ahora, salvo
por intereses partidistas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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