En
dos regiones españolas, las negociaciones de lo que la izmierda llama el trifachito
se han alargado más de lo que sería normal: una de ellas es Murcia, y la otra
es Madrid.
En
ambos casos, lo que ha ocurrido es lo mismo: el partido pomelo no quiere reunirse con Vox, y éstos plantean una
serie de condiciones (básicamente, en relación con la sectaria y semánticamente
incorrecta ideología de género) que,
finalmente, acaban rebajando. Eso es lo que ha ocurrido en Murcia y lo que,
Dios mediante, ocurrirá la próxima semana en Madrid.
Los
foros derechistas de internet más montaraces han criticado lo que para ellos es
una claudicación de los voxeros (iba
a poner el partido de Abascal, para
luego sustituirlo por Ortega Lara,
pero he preferido no personalizar) al apoyar los gobiernos de centroderecha y
al tiempo renunciar a la derogación de las normas feminazis o heterófobas. Según
estos foros, más vale honra sin barcos que barcos sin honra.
Lo
malo es que, si nos quedamos sin barcos, llegan los filibusteros (los
socialcomunistas) y arramblan con todo. Así que, por una vez (o dos)…
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