Los
progres y los maricomplejines suelen
decir que el Estado de Derecho derrotó
a ETA. Los que creemos tener las cosas más claras pensamos justamente lo
contrario: que es la banda de asesinos de ultraizquierda, racistas y
miserables, cobardes y desalmados, la que finalmente alcanzó el triunfo.
Y
esto es así porque desde 2.004 no ha habido en España un presidente del
Gobierno ni un ministro del Interior dignos de tal nombre, al menos en lo que
se refiere al terrorismo vasco. Por miseria moral unos, por cobardía otros, el
caso es que si los del hacha y la serpiente han dejado de matar es,
sencillamente, porque ya no les hace falta. Ya tienen lo que querían. Han alcanzado
el poder. Están en las instituciones.
Y
todo ello, sin entregar las armas. Sin pedir perdón. Sin esclarecer los
asesinatos miserables en los que participaron. Sin abdicar de sus objetivos. Sin
reprobar la violencia. Homenajeando a los que, por un sistema penal buenista
que busca rehabilitar al delincuente,
cuando hay delincuentes que no son reabilitables, van saliendo de la cárcel,
cuando lo que deberían hacer es envejecer y morir allí. Porque, a partir de
cierto número, matar, violar… en España resulta muy barato. Demasiado.
Por
eso, un miserable dice que hay doscientos cincuenta presos y habrá doscientos cincuenta recibimientos, y aquí no pasa
nada. Porque ellos ganaron.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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