En
tiempos del franquismo se solía decir que el Consejo de Estado (o del Reino, no
recuerdo bien) era un órgano que se reunía una vez al año para escuchar un
discurso del aconsejado. Algo parecido podría decirse de las consultas que los
partidos españoles de izquierdas hacen a sus militantes: suelen ser para que
las bases refrenden una decisión ya tomada por la cúpula, puesto que no
recuerdo ni un solo caso en que la cosa no estuviera teledirigida de antemano.
Pero
es que, además, se venden como grandes triunfos de la democracia (interna, en este caso) lo que no son sino patochadas.
Con unos porcentajes de votos favorables casi de niveles búlgaros, los medios
afines suelen obviar el porcentaje del censo que participa en la consulta. Tomemos,
por ejemplo, el caso de la consulta de hace quince días que los neocom hicieron en relación con el apoyo
o no a un gobierno de coalición con los socialistas.
Al
Chepas y sus corifeos se les llenó la
boca diciendo que el setenta por ciento de los sufragios emitidos fueron
favorables a la posibilidad planteada. Lo que omitieron decir cuidadosamente es
que sólo participó un veintiséis por ciento de los inscritos en la formación
morada. Una simple multiplicación nos dirá que menos de uno por cada cinco
inscritos estaba a favor de un gobierno socialcomunista…
…que
es, más o menos, el porcentaje de catalanes que votaron a favor del sedicente
estatuto sedicioso.
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