He
dicho hace poco que el ansia de conseguir el poder o de conservarlo es el más
poderoso aglutinante que existe en política, sobre todo en la izquierda y más
aún en el PSOE, que dejó hace mucho de ser un partido capaz de gestionar lo
público (bien, se entiede) para convertirse en una máquina de ocupación de
todos los espacios, ámbitos y resquicios de poder.
Desgraciadamente
(para ellos), ese ansia no otorga inteligencia a quien no la tiene, ni tampoco
capacidad de coordinación. Hace diez días, el portavoz del partido (y ministro
de Fomento) daba la bienvenida a las
elecciones (añadiendo que quería una campaña electoral de las buenas) mientras que la ministro portacoz (algún día habrá que hablar de
la desfachatez con la que las ruedas de prensa posteriores a los consejos de menistros son utilizadas como espacios
de propaganda partidista de la más baja estofa) lo negaba.
Que
sí, que ya sabemos lo que quieren de verdad, pero podrían organizarse un poco,
aunque sólo fuera por vergüenza torera…
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