Cuando
se agotaba el plazo para forjar acuerdos de cara a muñir una candidatura con
posibilidades de salir adelante en la sesión de investidura, Naranjito se decolgó proponiendo al PP
investir a Sin vocales con tres condiciones: devolver Navarra a los constitucionalistas, mantenerse firmes con los
golpistas catalanes, y no subir los impuestos.
Con
la desfachatez que caracteriza al PSOE de dctr
Snchz, desde el partido de la mano y el capullo contestaron que esas
condiciones ya se cumplen. En Ferraz
y Moncloa deben tener un concepto de cumplimiento
diametralmente opuesto al que me enseñaron en el colegio: si el PSOE gobierna
en Navarra, es gracias a que los terroristas lo consienten; proponer relatores
para Cataluña no es, precisamente, el mejor modo de mostrar firmeza con los que
quieren destruir España; y en cuanto a que un gobierno de izquierdas no suba
los impuestos, mejor ni hablamos.
Las
reacciones fueron las esperadas: la propuesta de Rivera le reconcilió con el sector crítico de su partido, es decir,
con aquellos que prefieren aliarse con el PSOE antes que con el PP (o que
tienen más miedo de hacerlo con éstos que con aquéllos), mientras que los de
Génova no se sumaron a la propuesta. Y mientras, la única institución del
Estado que ha, valga la redundancia, estado a la altura exigible –esto es, la
Corona- trasladó a los partidos que su función, como proponían (¡precisamente
ellos, los antimonárquicos!) los neocom,
no es mediar.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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