No
sé exactamente (ni tengo ganas de buscarlo… aunque lo he hecho) quién dijo
aquello de antes morir de pie que vivir
de rodillas. Unos dicen que fue Emiliano Zapata; otros, que Dolores
Ibárruri. Parece que también la utilizó Ernesto Guevara. En cualquier caso,
todos gentes que podríamos llamar de
izquierdas (por más que colocar al mejicano en el mismo grupo que la
española o el argentino es un insulto bastante grave).
Quizá
por ello, en algunas regiones españolas –singularmente, Vascongadas y Cataluña-
la derecha (léase, el PP) ha optado por lo que podríamos llamar un perfil bajo, un vamos a no llamar la atención, un mejor vivir de rodillas que morir de pie. Por una actitud maricomplejines ante los respectivos partidos
regionalistas, en suma.
No
parecen haberse percatado de que así, ni se vive ni se sobrevive. Reducidos a
la insignificancia política, muy alejados de la gallarda (e incluso heroica)
actitud de sus predecesores, intentan parecerse
a aquellos que no quieren sino su destrucción: política, sí, pero sin descartar
(o lamentar) también la física. Y lejos de percatarse de su error, insisten en
que las franquicias regionales tienen perfil propio, que es distinto al
nacional (algo que se da de tortas con una formación que pretende tener carácter nacional), y diciendo que para ellos es muy
sensible algo tan medieval como el
tema de la foralidad. Y cuando se les echa en cara que se han acercado a posturas más tibias, reclaman
a los críticos invitándoles a la región a que hablen con la gente… dando por supuesto que esa gente va a decir lo mismo que ellos.
Desde
Madrid, entre bandazos, se empeñan en que figuras señeras de la denuncia de las
connivencias con regionalistas y terroristas vuelvan al Congreso. Porque aunque
Rosa Díez hizo una campaña para las elecciones europeas verdaderamente
vomitiva, en la línea de la derecha es el
dóberman, y aunque quizá su ego condujo a su partido a la irrelevancia
política (aunque, visto lo visto, puede que el negarse a la integración en el partido pomelo fuera un magnífico
ejemplo de preferir morir de pie que vivir arrodillada), no es menos cierto que
de un tiempo a esta parte ha denunciado sin tregua ni descanso las indignidades
del que fuera su partido durante tantos años.
Mientras,
en Vascongadas, los del perfil propio
se sienten respaldados y esperan que quienes les critican habrán tomado nota.
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