jueves, 12 de septiembre de 2019

Que me disculpen los burros, pero...

A lo que unos llaman ecologistas coñazo (por lo pesados que son), otros ecologistas sandía (verdes por fuera y otros por dentro) y otros más ecolojetas (por la cara dura, de hormigón armado, que exhiben), habrá que ir pensando en llamarles, directamente, ecologilipollas o ecolomemos (por las sandeces que son capaces de soltar y la estulticia profunda que demuestran sus actos).
Viene esto a colación por las noticias que han saltado a los medios a finales del mes pasado y comienzos del corriente. Para empezar, un dúo de interfectas que dan la impresión de necesitar una buena ducha, primero, y un espejo, después (mira que son feas, las condenadas), declararon, como representantes de un sedicente santuario vegano (¿es que las plantas no sufren acaso?, me pregunto; pues no, de acuerdo con esta panda de iluminados, las plantas ni sienten ni padecen), que habían separado a las gallinas de los gallos porque los segundos violan a las primeras (así, como suena). Luego, en el colmo del delirio, hablaron de plantas que comen gente.
Naturalmente, la mofa, befa y rechifla no se hicieron esperar, desde presuntos manifiestos de asociaciones de gallinas que pedían que les dejaran copular tranquilamente con los gallos hasta fotos en los que un pepinillo aparece ensartado en el agujero de una aceituna deshuesada, en lo que podría interpretarse como una violación por el primero de la segunda.
Por otra parte, un avicultor tuvo que poner los puntos sobre las íes: las gallinas ponen huevos haya gallos o no (igual que las mujeres producen óvulos haya hombres o no, aunque a lo mejor las lumbreras veganas no se han enterado), no ovulan cada veintiocho días, sino cada veintiocho horas (para ser tan amantes de los animales, las veganas son peligrosamente antropocéntricas) y sus condiciones de vida son razonables.
Y es que la ignorancia es muy osada. Es conocido el caso de granjas de visones en las que los animamemos liberan a los animales, con la consecuencia de que, por ser visones americanos, eliminan progresivamente a los europeos autóctonos. La versión actual ha sido que, tras liberar los animatontos a las conejas de una granja, un centenar de sus crías murieron desamparadas.
Curiosa manera de demostrar el amor a los animales…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: