Una de las matracas de los alarmistas climáticos es que hay un consenso científico sobre el tema.
Dejando aparte que el consenso no es garantía
de verdad científica -durante mucho tiempo hubo consenso de que la Tierra era el
centro del Universo, sin ir más lejos-, la realidad es que tampoco es cierto.
Porque, además de que las voces discrepantes
son, si no abundantes, sí numerosas, el hecho es que cada cierto tiempo salta
una noticia que, depende de cómo se presente, desmiente los apocalípticos postulados
de los calentólogos (el mar iba a subir hasta las faldas el
Everest o poco menos, pero todavía estamos esperando).
Por ejemplo, que la revista Nature -para nada un pseudomedio,
que dirían en España los giliprogres- ha señalado que el aumento del dióxido de carbono impulsa el crecimiento de la Amazonia.
Algo que, por otra parte, podría deducir cualquiera con dos dedos de frente.

 
 
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