Se pongan como se pongan algunos, el aborto provocado es un crimen (y para los creyentes, además, un pecado).
En efecto, se trata de acabar con
premeditación, alevosía y abuso de superioridad, con una vida humana. Y quienes
comparan eso con una operación de apendicitis son unos miserables.
O, como en el caso del apéndice vermiforme, un residuo inútil bueno para nada que sólo sirve para dar por saco.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

 
 
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