Cuando el partido de la mano y el capullo llegó al poder por primera vez en democracia se dedicó a intentar controlar todas las instituciones del Estado, o al menos doblegarlas a su voluntad. Cuando regresó nuevamente al poder no había cambiado de manera de actuar, y volvió a hacer lo mismo.
Como no hay dos sin tres, el psicópata de la
Moncloa no es más que una versión corregida y aumentada de sus predecesores. Y lo
hace sin el menor disimulo: tan pronto coloca a una ministra como fiscal
particular del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer
como a otro de gobernador del Banco de España, o a un militante socialista como
director del Centro de Investigaciones Sociológicas.
En esto, como en todo lo demás, actúan sin
rebozo alguno. Siempre se había descontado que la entidad demoscópica pública
estatal barrería para casa, pero con Tezanos la cosa ha alcanzado niveles
de vergüenza ajena. No acierta ni una sola vez, pero reincide contumaz en el
error. En el último sondeo publicado, no hace ni diez días, el segundo partido
más votado en las últimas elecciones generales estaría al borde de doblar al
que tiene ahora más escaños en el Congreso.
Si es así, ¿qué hacen, que no convocan elecciones?

 
 
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