viernes, 17 de octubre de 2025

Hermandad

El problema de haber nacido a finales de los sesenta es que vi la trilogía original conforme se fue estrenando, y tuve tiempo de empaparme de gran parte del Universo Expandido para cuando aparecieron las precuelas.

Por lo tanto, cuando Lucas vendió su obra a Disney, servidor ya tenía un esquema mental cronológico de qué había ocurrido a quién y cuándo en aquella galaxia tan, tan lejana. Y la decisión de la casa del ratón de hacer borrón y cuenta nueva (si no está roto, no lo toques) de un tapiz que, con sus fallos (que los tenía) y sus trozos mediocres (que también) había ampliado enormemente las historias y los personajes, haciéndoles evolucionar (la trilogía de secuelas es un más de lo mismo para acabar dejando las cosas prácticamente como estaban) fue un error de proporciones, valga el chiste fácil, galácticas.

Por eso, lo que ocurre en las secuelas y la obra derivada de ellas, para mí, no ha pasado, es una historia alternativa: lo que ocurrió de verdad es lo publicado hasta 2.014, o todo aquello que no le contradiga. Por eso me limito a comprar obras ambientadas antes de la Batalla de Endor (aunque, por ejemplo, la historia de Rogue One y lo relacionado con la misma contradice lo que se nos había contado sobre la construcción de la Estrella de la Muerte).

Como la que es objeto de esta entrada, y por fin entro en materia. Es una novela (creo) larga para ser de La guerra de las galaxias (cuatrocientas páginas), que sigue el sistema de múltiples puntos de vista que puso de moda George R. R. Martin en su Canción de hielo y fuego. Transcurre justo después del Episodio II (Anakin, recién promocionado a caballero jedi, acaba de casarse con Padmé) y nos muestra una imagen de los neimoidianos que se aleja de la visión maniquea que aparece en las películas.

A criticar, en mi opinión, dos detalles: que no se deja claro quién está operando entre bambalinas para azuzar las cosas -aunque resulta evidente que es Palpatine o, por mejor decir, Darth Sidious- y que el final resulta completamente abierto (aunque satisfactorio).

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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