Este es uno de esos casos en los que alguien lee un libro que es mío antes de que yo mismo lo haga.
Me regalaron este quinto volumen de la saga
de Los pilares de la tierra por mi cumpleaños hace casi un año. Como acababa
de ponerme al día con los libros comprados, pero tenía un par de series que
despachar, se lo dejé a mi hermano pequeño. Tras leerme esas series, y otros
cuantos libros además, recuperé el volumen y me lo he ventilado relativamente
pronto.
De los volúmenes de la saga, el mejor es, en
mi opinión, el primero, y el peor, el segundo. Éste es un ni fu ni fa, aunque
recurre a los lugares comunes de la serie: amores prohibidos, adulterios,
personajes despiadados que buscan medrar a cualquier precio… al menos, como el
catolicismo ya no pintaba nada en la época en la que la novela está ambientada,
nos libramos de un obispo malvado.
Es también el primer volumen, que recuerde,
en el que la arquitectura no pinta nada en la trama. Ambientado en la
Inglaterra preindustrial, es la introducción de la mecanización en la
elaboración de tejidos lo que muele la trama.
Me desagrada -recuerdo que, cuando empezaba a
leer a Follett, una cosa que me molestaba de sus obras es el recurso al sexo a
las primeras de cambio- que haya tantas escenas de sexo gratuito. Además, cuela
dos relaciones homosexuales, una entre hombres y otra entre mujeres (otra cosa
que solía decir es que no me gustaba el autor porque tenía cara de marica). Y,
la verdad, para leer una descripción de la batalla de Waterloo casi me quedo
con Los miserables, que Víctor Hugo tiene un poco más de nivel que el
galés.
En cualquier caso, se lee fácil y entretiene.
Que no es poco decir.
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