jueves, 27 de marzo de 2014

Demasiada candidez

Una cosa es guardar las formas en la política internacional y otra es pecar de cándidos. Quiero con esto decir que no hay por qué decir a las claras lo que se piensa de nuestro vecino del Sur (esto es, que no tendrá nunca empacho en hacer algo que nos perjudique si con ello estima que conseguirá algún beneficio… lo que también puede predicarse de nuestro vecino del Norte), pero habría que dejar muy claro que no pensamos pasarle ni una… o, al menos, actuar como si fuera eso lo que en realidad pensamos, porque Marruecos es un país que en cuanto percibe el menor signo de debilidad en España se lanza a la yugular para obtener provecho: véanse si no la Marcha Verde y la toma de Perejil (aunque ésta les salió rana).
Dicho lo cual, el que el Ministerio del Interior español haya propuesto a Marruecos la devolución inmediata de los inmigrantes irregulares raya en la estulticia. Porque si la monarquía alhauita aceptara, cosa dudosa, es poco probable que cumpliera el acuerdo en sus justos términos. Nada le sería más fácil que enviar a los inmigrantes irregulares de vuelta a sus países cuando todavía están en Marruecos o, todavía mejor, impedirles la entrada en el país (hablando fríamente, al no ser una democracia y dada la simpatía que los moros sienten por los negros, es poco probable que tuvieran escrúpulos de ninguna clase en emplear medios que en la civilizada Europa serían criticados).
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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