miércoles, 19 de marzo de 2014

Hay cosas que no cambian


Hace cosa de cuarenta años, José María Benegas (entre otros) se manifestaba gritando aquello de gora Euskadi askatuta. Luego, el PSOE, a nivel nacional o autonómico, nunca ha dejado de coquetear de una u otra manera con los nacionalistas vascos de uno y otro pelaje, ya fuera dejándoles gobernar la comunidad autónoma cuando los socialistas habían sacado más escaños, ya absorbiendo a quizá la parte más decente del nacionalismo vasco, ya fuera negociando con los terroristas.
Una cosa que nunca han aprendido (ni en Cataluña tampoco, como tampoco lo ha hecho el PP en ambas comunidades) es que con los nacionalistas no hay nada que negociar, porque siguen la máxima (tan izquierdista, por otra parte) de lo mío es mío y lo tuyo vamos a discutirlo o, por decirlo de otra manera, porque nunca tienen bastante, nunca se dan por satisfechos y siempre quieren más.
El mes pasado tuvimos todo un sainete a este propósito en Navarra. Apoyándose en unas acusaciones no del todo claras ni probadas por parte de una funcionaria foral contra una consejera, el PSN amenazó con interponer una moción de censura contra la presidenta de Navarra, dándole un plazo de dos semanas para marcharse o, de lo contrario, la echarían. Dejando aparte el hecho de que en la política española es raro el caso –en el PSOE, aún más- de que un político dimita (y no digamos ya porque la corrupción le anegue), en esto como en tantas otras cosas los socialistas están mucho más monos calladitos, porque si en todas partes cuecen habas, en Ferraz lo hacen a calderadas. Pero es que, además, para que la moción prosperase era ineludible el apoyarse en el partido de ETA en la asamblea legistlativa navarra, así como montar la moción de censura o la disolución de la cámara a la mayor brevedad posible dado que, por alguna extraña razón, el Estatuto de autonomía de Navarra no permite disolver las cámaras cuando quede menos de un cierto plazo para las siguientes elecciones.
Se produjo entonces un ir y venir de declaraciones contradictorias, ya que mientras en Pamplona hablaban de un tiempo nuevo y distinto, en Madrid afirmaban por activa, pasiva y hasta perifrástica que el PSOE no iba a ir con Bildu ni a la vuelta de la esquina. No es que nos lo creyésemos, claro está, porque ahí están los antecedentes de negociar lo que fuera con quien fuera incluso con cadáveres calientes encima de la mesa, pero resultaba en cierto modo divertido ver que al hijo de P nadie le hace ni el más mínimo caso en su partido.
Finalmente, y dado que próximas las elecciones europeas el seguir adelante habría supuesto dar a los populares una buena baza cara a la campaña, el PSOE renunció a la moción de censura, no sin tener la desfachatez de afirmar que si Barcina se sostiene en el cargo es gracias a los escaños de Bildu.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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