Hace ochenta años, durante la infausta
Segunda República española, el Partido Comunista fue paulatinamente devorando
al PSOE, fagocitación que se aceleró a lo largo de la contienda civil.
Ahora, un movimiento surgido a la
izquierda de una adocenada Izquierda Unida, trasunto del viejo Partido
Comunista pero vestido con ropajes que aparenta cierta responsabilidad, ha
comenzado un viaje en apariencia inexorable hacia el centro. Pero no porque
haya moderado realmente sus planteamientos ideológicos, sino porque está
engullendo todo lo que se encuentra a su derecha.
Comenzó con Izquierda Unida, que en
los sucesivos comicios celebrados ha ido perdiendo relevancia cuando no se ha
visto abocada a la irrelevancia absoluta (es decir, la inexistencia, caso de
Madrid). Desesperados, la vieja guardia ha cedido el testigo a la nueva… que lo
primero que ha hecho es humillarse ante los neocom.
A continuación, el PSOE, que lleva lo
que va de década en una sangría continua de votos, se humilla y da la posibilidad de gobernar a los neocom,
sean la segunda fuerza en resultados –porque, a pesar de la pérdida de poder
territorial, el PP sigue siendo el partido más votado en muchos sitios; pero ya
se sabe, a la derecha sólo le vale la mayoría absoluta para gobernar-… o no,
como en Valencia.
En esta actitud de humillación, el
peor presidente que ha tenido España ha bendecido esta cultura de pactos,
soltando, en su vacuo y pomposo tono habitual, que es la cultura del talante. Ensoberbecidos, los neocom se ponen galllitos y pide al partido fundado por Pablo
Iglesias Senior que tenga más suavidad si quiere pactos. Y el
discutido y discutible secretario general socialista considera que el partido
que linda con él por la derecha –fulminado UPyD por la soberbia de su autocrática
líder- estará en entredicho si deja al PP gobernar Madrid.
Es la vieja murga de la vieja
izquierda, de la izquierda de siempre: sólo ellos están legitimados para
gobernar. Cuando el pueblo decide otra cosa, como dijo Alfonso Guerra, se
equivoca. Será para evitar esas equivocaciones
que se instauran las llamadas democracias
populares… que ni son democracias, ni son populares.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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