lunes, 14 de marzo de 2016

Un despotilla menos, de momento

Mientras el populismo de ultraizquierda avanza rampante en España, en las llamadas repúblicas hermanas parece estar de capa caída: en Argentina y Venezuela, dirigentes corruptos y más bien inútiles se han visto descabalgados del poder, mientras que en el país más grande de Iberoamérica el anterior jefe del Estado, que gozaba de un prestigio aparentemente a prueba de bombas y cuya vuelta incluso se planteaba como posible, ha sido implicado en un caso de corrupción.
Pero si hablamos de inepcia y corrupción, pocos casos más flagrantes que el de Bolivia, donde un indígena de nombre Evo (me pregunto a qué etnia pertenecerá ese nombre… probablemente, a la misma que Adana) pretendía perpetuarse en el poder modificando la Constitución del país a su conveniencia (igual que pretendió hacerlo lady Bótox y el ex comandante Ortega). Sin embargo, el pueblo parece que en esta ocasión no ha estado por la labor, y ha rechazado la posibilidad planteada.
Sin embargo, los populistas son como los secesionistas: no cejan en su empeño y vuelven a plantear la misma cuestión una y otra vez, hasta que obtienen la respuesta que desean, momento en el cual se acabó la cuestión. Es por ello que cuando Morales dice que han perdido una batalla, pero no la guerra, no es que se tome la derrota con filosofía, sino que anuncia que volverá a intentarlo tantas veces como sea necesario para alcanzar su objetivo.
Y si no, al tiempo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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