jueves, 1 de noviembre de 2018

Dejemos que se maten ellos solos

Si no fuera porque en el proceso probablemente se llevarían por delante la unidad de España, uno casi se sentiría tentado de no hacer nada con relación al separatismo catalán: abandonados a su suerte, los golpistas se dedican a despellejarse entre ellos aún con más saña que la que emplean en insultar, denigrar y denostar a España y a los españoles.
Ese modo de actuar responde, a mi parecer, a una mezcla de ambición y cobardía. Ambición de alcanzar unas determinadas metas –ilegítimas e ilusas si se quiere, pero metas proclamadas al fin y a la postre-, y miedo de arriesgarlo todo para alcanzar ese objetivo. La mezcla podría resumirse, parafraseando al ex jesuita de tafanario euscaldún, en un vosotros id agitando el árbol que ya nos encargamos nosotros de recoger las nueces. Tan miserables como los epígonos del orate vizcaíno, pero al menos si muertos. De momento.
Todo viene a cuento, esta vez, de la tan traída y llevada delegación de voto. Los pedecatos fugados la mantienen para no acatar la resolución judicial de la opresora España que les suspende. Pero los ierreceos impidieron que voten Cocomocho y los tres parlamentarios regionales presos para evitar que el presidente de la cámara desobedeciera al Tribunal Supremo y fuera, por lo tanto, encausado. El remate de todo este lío es que los golpistas han quedado en minoría en la asamblea legislativa regional, con lo que se dio la paradoja (irónica y divertida a partes iguales si se mira desde Madrid) de que esa asamblea regional rechazó la autodeterminación y la abolición de la monarquía.
Y todo esto se produce, como digo, con un ocupante (interprétese como se quiera) del Palacio de la Moncloa más proclive que nunca a sus postulados. Pero vamos, mejor que yo lo ha dicho el portavoz ierreceo en el ayuntamiento de la Ciudad Condal, por lo que reproduzco sus palabras sin quitar ni poner una coma (aunque alguna pondría, la verdad).
A ver Carles Puigdemont, o aceptas la fórmula que permita que tu voto sea efectivo o vuelve para votar personalmente. Deja de pedirnos a los otros lo que tú no estás dispuesto a hacer.
O, dicho en román paladino: no me seas gallina, Cocomocho.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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