miércoles, 6 de marzo de 2019

Ni el culo ni las témporas

Todos los partidos políticos, cuando llevan algún tiempo en el gobierno, tienden a confundir el partido con el Estado, en el sentido de que piensan que los medios del Estado han de estar al servicio de los que gobiernan, estén realizando actividades realmente gubernativas, simplemente partidistas o incluso perfectamente privadas.
En este último grupo estarían (para mis detractores, verán que reparto a izquierda y derecha) el que Alfonso Guerra se cogiera un Mystére para llegar a tiempo de ver torear en la Maestranza a Curro Romero, el que José María Aznar montara la boda de su hija en el Monasterio del Escorial con todo el boato del mundo (algo a lo que pienso que tenía derecho si el dinero de la boda salió de su bolsillo pero que, reconozcámoslo, no quedó demasiado elegante) o el que el alcalde de Zaragoza cargue a las arcas públicas sus compras de gomina.
El primer grupo no ofrece discusión. Queda, pues, el segundo, algo a lo que es bastante más aficionada (desde mi punto de vista) la izquierda; al menos, en España. Desde utilizar los medios de transporte oficiales para dar mítines hasta que por parte del candidato a la presidencia del Gobierno, y presidente en ejercicio (esperemos que por poco tiempo ya) se pida a los ministerios material de ataque al PP.
Cuando se les ha criticado, han respondido que ven la petición absolutamente normal. Estoy de acuerdo: es normal en el sentido de que, vistos los antecedentes, no cabía esperar otra cosa. Lo que no es, de ninguna de las maneras, es correcto ni decente.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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