domingo, 24 de marzo de 2019

Nos estamos volviendo giligónadas

La pamema de lo políticamente correcto está secando las neuronas de gran parte de la población.
Tomemos el caso de los negros, por ejemplo: de llamarles negros, se pasó a denominarles de color, lo que ya en sí es un contrasentido. Por un lado, el negro no es un color sino, precisamente, la ausencia del mismo; por otra parte, si los negros son de color negro, valga el contrasentido cromático, los asiáticos orientales son, por mor de la misma simplificación, de color amarillo. Son también, por tanto, de color, pero no caen dentro de la denominación de personas de color. Luego pasó a llamárseles afroamericanos, afrodescendientes o subsaharianos; pero Rami Malek (el actor que interpreta a Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody) es descendiente de egipcios y, por tanto, es un afordescendiente o afroamericano de piel clara… y, como suelo decir yo, pocos habrá tan subsaharianos y a la vez tan blancos (o tan no-negros) como los afrikáner.
Luego está el caso de llamado lenguaje inclusivo (que resulta más bien excluyente, puesto que no hace más que distinguir sexos –que no géneros- y, además, suele operar en términos binarios, con lo que los inter/pan/a/bi/transexuales quedan fuera), los llamados micromachismos y demás zarandajas esgrimidas por el lobby feminazi. Que, ojo, no digo que estas circunstancias no existan, pero desde luego no en los términos que ese grupo de presión sostiene; y que nos llevan a extremos tan ridículos –ya llego al tema, ya llego- como que Aena elimine de sus mensajes de megafonía la fórmula señores pasajeros por considerarlo machista.
Lo dicho: aquí acabamos (casi) todos giligónadas perdidos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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