miércoles, 25 de marzo de 2020

Coronavirus (15)

Hace tiempo dije en Facebook -y luego he repetido, básicamente en este blog- que la coincidencia de un socialista de la verdad, si se produce, es por error o casualidad. Bueno, en realidad creo que aquellas no fueron exactamente mis palabras, pero la idea era esa. Por otra parte, de lo que sí estoy seguro era de que se referían al hijo de P, embustero acreditado durante varias décadas y en varios gobiernos.
El problema con los socialistas españoles es, pues, que han hecho de la mentira casi una forma de vida. Algo que ha sido llevado al paroxismo bajo la égida de Sin vocales, perito en decir ahora una cosa y dentro de cinco minutos la contraria si ello cree que le puede reportar algún tipo de beneficio inmediato -Pdr Snchz es un cortoplacista absoluto-, por mínimo que sea. Por lo tanto, hay que poner en cuarentena (cachis con la palabrita) todo lo que digan, aunque parezca coincidir con la realidad.
Tomemos el caso de la egabrense que ocupa el segundo puesto en la jerarquía del Gobierno, esa que, siendo ministra de Cultura -no, no voy a mencionar que ella misma dijera que por las mañanas hablaba (por teléfono) en bragas con (creo) los alcaldes-, demostró que no sabía una miaja siquiera de latín (esa lengua tan útil para, como se puso de manifiesto en sede parlamentaria en tiempos del franquismo, el gentilicio de su localidad de origen sea el que es, y no otro… mucho más sonoro).
Hace sólo un par de días se supo que había sido ingresada por un problema de salud. Ingresada, no en un centro público, sino en una clínica privada. Aquí conviene decir que, a diferencia de ellos (ellos son los retroprogres, claro), un servidor no tiene nada, ni a favor ni en contra, de la sanidad privada… pero, al menos, no voy pontificando a favor de la sanidad pública para luego, cuando la cosa de pone de color culo de hormiga, largarme cagando leches a un centro privado. Prosigo.
Al día siguiente por la mañana, el Gobierno no informó sobre el resultado de los análisis practicados a quien era la quinta infectada de la cabecera de la manifestación que el infausto ocho de Marzo pasado tuvo lugar en Madrid, y pidió respeto y guardar la discreción debida. A lo que yo digo que, siendo Carmen Calvo una mujer pública -empleo el término, aunque resulte semánticamente inapropiado, con toda la mala baba del mundo y parte del extranjero-, no hay ni discreción ni leches. Su salud, y más en las circunstancias en que se encuentra España es, como suele decirse, un asunto de interés general.
Por la tarde, lo que decían las fuentes gubernamentales era que los análisis habían dado negativo en coronavirus, pero que la prueba no era concluyente. Que es como decir que no estaba mala, pero que semejante valoración no era definitiva. Ni sí ni no, ni mucho ni poco, ni para comerse el coco... yo ya te digo, una cosa normal (a ver quién pilla la referencia).
Tan provisional era que hoy por la mañana han reconocido que la vicepresiprimer (este apelativo me lo acabo de sacar de la manga, pero creo que lo reutilizaré con sucesivos ordinales en otras ocasiones) ha dado positivo por coronavirus. Justicia poética, creo que lo llaman a eso; no puedo alegrarme del mal ajeno, pero mentiría si no reconociera que tampoco es que me apene demasiado. Eso no me hace buena persona, pero sí humano.
Pero lo más importante es que el Gobierno ha reconocido que mintió. Lo que ya es un avance en un político español -no digamos ya si es de izquierdas-… y hace que cerremos el círculo de esta entrada, enlazando con el principio.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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