viernes, 27 de marzo de 2020

Coronavirus (17)

Cuando tiene lugar una crisis, hay dos tipos de personas (bueno, tres, si contamos a los que no hacen ni una cosa ni la otra; cuatro, si contamos a los que no hacen nada salvo dedicarse a decir lo que se debería hacer; cinco, si contamos a los que no hacen más que criticar; seis… bueno, creo que se me entiende): los que prestan ayuda y los que la piden.
En el caso de la pandemia del COVID-19, entre los primeros estaría, por ejemplo, Amancio Ortega, que tanto personalmente como a través del conglomerado empresarial que dirige, a puesto cuantiosos medios financieros y materiales a disposición de la sociedad, al objeto de mitigar los estragos causados por la inacción e inepcia criminales de este Gobierno que muchos no hemos votado, pero que es el que tenemos (y el que tenemos que padecer, además).
Entre los segundos estarían, en cambio, los medios de comunicación, sobre todo aquellos que se han apresurado a pedir ayuda al Estado por las pérdidas causadas por el estado de alarma. Parecen olvidar que un medio de comunicación -aunque esencial en un sistema democrático, si es que hablamos de medios verdaderamente libres e independientes- no es otra cosa que un negocio, una empresa. Y cuando un negocio no es rentable, se cierra y a otra cosa, mariposa. Además de que, si es el Estado el que los rescata, esos medios quedarían enfeudados con el poder público que les habría sacado del hoyo… o eso pensaría ese poder público, al menos.
Por eso, en una de esas propuestas lógicas que plantea -también las tienen demagógicas e irrealizables, no vayáis a pensar que me ciega la pasión-, Vox quiere impedir semejante rescate. Por si no hubiera suficientes mamones chupando de la teta del Estado, íbamos a poner a más todavía…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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