jueves, 16 de diciembre de 2021

Idiomas pujantes

Toda lengua merece ser respetada e incluso protegida, en cuanto que es una vía de comunicación y un posible elemento de cultura. Pero de ahí a promoverla media un abismo, abismo que en ocasiones resulta demencial salvar.

Hay lenguas que están muertas, como el latín o en sánscrito. Sin embargo, grandes obras literarias se crearon en esos idiomas, y mantener el conocimiento de esos idiomas permite acceder a dichas obras sin intermediarios (traduttore, traditore).

Por el contrario, hay lenguas (por llamarlas de alguna manera) antiguas, de origen ignoto y que quedaron ancladas en una época pretérita, pero que son mantenidas con vida artificialmente. Es el caso del vascuence que, como suelo decir, no es un idioma: son siete dialectos regionales, y un octavo, de laboratorio (el batúa), que nadie habla. Y como hay que forzar el idioma, se crean vocablos para realidades que no existen en el idioma (al estilo de la machina lavatoria del latín), y salen cosas como aeroportúa o diputazioa (las malas lenguas dicen que en puridad deberían ser haizekaia y diputapena, pero que lo cambiaron por lo mal que sonaban).

Y luego está el caso del bable, lengua que, sobre tener tres variedades regionales, hablan (con todo el perdón del mundo) cuatro gatos, pero que la izquierda y una formación que nació españolista pero ha devenido localista (decir regionalista sería subirla de categoría) han hecho que sea lengua cooficial en el Principado. Y no lo hacen por interés de preservarla, sino con afán de división entre españoles y para pillar cacho.

Qué tiempos aquellos en los que se decía lo de España es Asturias, y el resto es tierra reconquistada.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: