martes, 21 de diciembre de 2021

Reflexiones atemporales LXXXII - Si no está roto, ¿para qué lo tocas?

El grupo de los ofendiditos se pone de uñas cuando tiene lugar lo que denominan witewashing -que un personaje no caucásico sea interpretado por un actor de raza blanca- o apropiación cultural (que alguien perteneciente a lo que llamaremos cultura occidental utilice elementos de otras culturas, como las rastas, el microtrenzado o los tatuajes tribales).

No se muestran tan puristas cuando las cosas suceden al revés, lo que yo llamo brownwashing, pero que vista la variedad de ejemplos que tenemos últimamente podríamos ampliar al gaywashing, el transwashing y todos los washing que se nos puedan ocurrir.

Porque, según esta gente, sólo un actor transexual, u homosexual, puede encarnar a un personaje de esta índole; pero no dicen nada de todos los personajes heteros que (por poner un ejemplo) ha interpretado Rupert Everett. Ven también perfectamente natural que una mujer negra interprete a Ana Bolena, pero ponen el grito en el cielo si Plácido Domingo, o Lawrence Olivier, interpretan a Otelo, el moro de Venecia.

Y luego está lo de empeñarse en hacer cosas que no son: James Bond es un inglés blanco, heterosexual, promiscuo y machista, luego Idris Elba (o Lashana Lynch) nunca podrán serlo; Superman es blanco, así que, por mucho que se empeñen, Michael B. Jordan nunca podrá ser el Kal-El de Tierra-1.

Así que si quieren hacer, por ejemplo, una película sobre un agente secreto negro, o mujer, o mujer y negro, u homosexual, que la hagan… pero que no le llamen James Bond.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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