domingo, 9 de enero de 2022

Viva la prensa libre

Una democracia sabe que está dejando de serlo cuando comienza a criticarse el pensamiento divergente, en general, y el que critica al poder, en particular.

La izquierda, por mucho que se proclame democrática y defensora de las libertades, siempre ha tenido pulsiones totalitarias. Nadie, salvo que sea un santo -y, en ese desdichado mundo, pocos lo son- va a renunciar voluntariamente a lo suyo para compartirlo con los demás, como predican los epígonos de Marx.

Hace algo más de un mes, los de la mano y el capullo, los neocom y otros diez partidos -los epígonos del orate con boina, los terroristas, los jotaporcatos, los ierreceos, los neoneocom unidos a los ecologistas sandía, los Clicks Unidos de Playmobil, los nostálgicos del reino suevo y los regionalistas de izquierdas con implantación africana… lo mejor de cada casa, vamos- dirigieron un escrito a la Secretaría General del Consejo de los Diputados, pidiendo la toma de medidas para restablecer el buen funcionamiento de las ruedas de prensa en la Cámara, sin poner en riesgo la libertad de información y el buen clima que siempre han existido.

Esto, que ya de por sí es grave -para estas fuerzas políticas, el problema está en los que preguntan, no en los que se niegan a contestar: es decir, el problema está en la prensa libre, no estabulada ni lamedora de tafanarios-, resulta que se produjo en mitad del debate de la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, criticada por los que firmarían el escrito de marras porque limita los derechos fundamentales y criminaliza la protesta.

Como dijo William Randolph Hearst (probablemente, de un modo bastante hipócrita, dado el personaje), periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques; todo lo demás es publicidad.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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