Una de las reclamaciones habituales del gremio feminista es la eliminación de lo que llaman brecha salarial entre mujeres y hombres (no aclaran si cisgénero, transgénero o qué). Personalmente, no comparto esa reivindicación, y ello por dos razones (y no, ninguna de las dos es que servidor sea varón).
La primera, es que no creo que
dicha brecha, en general, exista. Hasta donde se me alcanza, a una mujer y a un
hombre que realizan el mismo trabajo se les paga lo mismo. Cosa distinta es que
las demás condiciones de trabajo (conciliación, maternidad…) no sean parejas,
pero estamos hablando de salarios (claro, que con la afición giliprogre
a incluir en cualquier término todo aquello que les convenga, cualquiera sabe).
La segunda es que dicha
reclamación sólo se produce cuando son las mujeres las que cobran menos. No he
escuchado a la marquesa de Villa Tinaja, a Gililith o a Pimpampún
reclamar que cobren lo mismo las supermodelos y los supermodelos.
Y es que, en una economía de
mercado, a la gente se le paga por lo que produce. Y si los futbolistas ganan
más dinero que las futbolistas, no es porque sean hombres: es porque aportan a
sus clubes (que son quienes les pagan) más ingresos, en forma de publicidad,
venta de material deportivo, asistencia a los partidos…
Por eso, que las jugadoras de la
liga femenina hayan convocado una huelga para reducir la brecha salarial (hipotética)
no es sino una muestra de hipocresía y de tener una cara de hormigón armado,
por la que al parecer (por su cara bonita) quieren que les paguen.
Y mientras, cuatro jugadoras del Real Madrid se negaron a acudir a una gira para ayudar al club a generar ingresos, ingresos que resultarían vitales para compensar las pérdidas de la sección, como ocurre en la generalidad de los clubes. En casa de vacaciones, sin la pata quebrada y cobrando.
Muy progresista, muy igualitario.
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