Cuando salió a la luz la ingeniería fiscal que el número llamémosle equis del grupito de Junior (da igual qué número tenga ya
que, como en los demás partidos políticos, el único número que importa
realmente es el uno, y ése ya está ocupado) había realizado para tributar lo
menos posible (a ser posible, nada) por los dineros percibidos por asesorar a
ese pájaro del Gorila Rojo, las huestes neocomunistas aullaron que todo era una
conjura de la casta para
desprestigiarles.
Cuando el susodicho número incógnito
pago la multa de Hacienda, ese mismo coro de aulladores le definió como un patriota (por no hacer otra cosa que cumplir
con su deber… pero obligado, tarde y mal). Finalmente, ahora se descuelgan
pidiendo perseguir más el gran fraude fiscal que el pequeño, como el de Monedero.
O sea, que defraudar, defraudó. Quod
erat demostrandum.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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