Hay varias razones posibles para que
varios jueces de la Audiencia Nacional estén maniobrando, pese a la decisión
del Tribunal Supremo, para llevar a Luxemburgo la acumulación de penas a los
asesinos de la banda terrorista de ultraizquierda y así disminuya –aún más- el
tiempo que pasen en prisión.
Una de las causas, y la más humana,
sería el miedo. Varios miembros de la Audiencia Nacional, tanto jueces como
fiscales, han caído bajo las balas de los etarras. Aunque de momento no estén
ejerciendo su siniestro oficio, nada descarta que vuelvan a hacerlo. Y, en esa
tesitura, es mejor tenerles contentos y, llegado el caso, poder recordarles que
trabajaron en su favor.
Otra posible causa sería el criterio
profesional. Que después de una cuidadosa consideración, y ponderando todos los
factores jurídicos en juego, hayan llegado a la conclusión de que lo más justo
y equitativo no es obligarles a cumplir las penas de todos y cada uno de sus
crímenes (del tono de la redacción se puede deducir qué es lo que me parece
esta alternativa).
Finalmente, cabe que estén actuando de
esta manera por convencimiento ideológico. Es decir, que se aprecie una cierta
comunión de ideas (de ideologías, más bien) entre los encargados de administrar
la Justicia y los que han de soportarla.
El que los antedichos jueces pertenezcan al llamado sector progresista
de la judicatura hace que la última alternativa, por repugnante que resulte, no
sea en absoluto descartable.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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