En términos de ideología es bastante
prudente quedarse calladito o, mejor dicho, hablar lo mínimo imprescindible.
Así, por ejemplo, cuando el primero fiscal y luego ministro Bermejo dijo
aquello de luchamos antes con los padres
y ahora lucharemos con los hijos lo que hacía era exhibir, o una descomunal
cara dura –pareja a la de su compañero de cacerías, el juez estrella-do- o una
capacidad de olvido difícilmente superable. Porque los padres a los que se refería –los que fueron algo durante el
franquismo- eran los de José Bono, Cristina Almeida, María Teresa Fernández de
la Vega… o el suyo propio, el del rojísimo
Bermejo. Con lo que los hijos con los que iba a tener que luchar serían sus
compañeros de partido… y él mismo.
De modo parecido, al intentar acudir
en auxilio de Monedero, el rector de la Universidad Complutense soltó la
siguiente perla: aquí no solemos fusilar al alba. Habría estado mucho mejor callado, o haber sacado otro ejemplo. Porque
era para haberle respondido ya, eso lo
hacía tu padre, ¿no?
El genocida de Paracuellos del Jarama,
por si alguien no se ha percatado.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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