El problema con los regionalismos
secesionistas en España, y particularmente con el catalán, es que en general se
les ha consentido todo, en aras de una supuesta gobernabilidad. Quizá fuera porque, como mataron menos y dejaron
antes de hacerlo, aparecían como los nacionalistas buenos. Como si existiera tal cosa.
Tras cuarenta años de mentiras,
falsificaciones, maledicencias e invenciones, la casta nacionalista dirigente
(aquí sí que estaría bien empleado ese adjetivo que a Junior no se le cae de los pelos de la barba) ha amenazado con dar
el paso definitivo y separarse de España (porque eso es lo que hacen, al menos
de momento: amenazar).
Y, finalmente, parece que el Gobierno de
España empieza a tomarse en serio las cosas y comienza a poner trabas al sedicente
estado catalán, mientras que el Consejo General del Poder Judicial ha propuesto expulsar de la carrera judicial al juez promotor de la constitución catalana
(o, al menos, de una de las varias que circulan por ahí).
Nunca es tarde si la dicha es buena,
dice el refrán. Más vale tarde que nunca, dice otro.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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