Tras el resultado de las elecciones al
parlamento europeo del pasado verano, y las elecciones andaluzas de este fin de
semana, muchas son las voces que se han alzado para señalar el fin, o al menos
la decadencia, del bipartidismo en España.
En primer lugar, no creo que las cosas
estén tan claras. Ciñéndonos al caso andaluz, que es el más reciente, entre los
dos grandes partidos tradicionales,
es decir, PP y PSOE, suman ochenta de los ciento nueve parlamentarios de la
cámara autonómica, es decir, casi las tres cuartas partes. Es indudable que se
ha producido un auge de los partidos que no tenían representación hasta ahora –básicamente,
porque no existían-, especialmente importante en el caso de los neocomunistas y
respetable en el de Ciudadanos, pero también es cierto que los partidos
tradicionales llamémosles menores han visto reducida, y mucho su participación:
los comunistas de toda la vida ya no
son ni una sombra de lo que eran, y andalucistas y UPyD (partido este último
que se arrogaba la bandera de la regeneración de la vida pública hasta ahora)
han quedado fuera de la cámara legislativa andaluza.
Pero, en segundo lugar, no estoy tan
seguro de que el fin del bipartidismo sea algo tan deseable. Se podrá decir que
los dos grandes partidos están podridos hasta la médula, y quizá sea cierto;
pero es que los pequeños que han catado poder (comunistas, nacionalistas
catalanes o vascos, andalucistas, regionalistas baleares) están igual de
podridos: por lo tanto, podría sostenerse que no es el sistema bipartidista el
que está podrido, sino que es la clase política española la que lo está
(demonios, si hasta los neocomunistas están pringados, incluso antes de haber pillado cacho con las europeas).
Por otra parte, no hay más que mirar a
las democracias occidentales. ¿Cuáles son prósperas? Estados Unidos, Canadá,
Reino Unido, Francia, Alemania… (no cito las escandinavas porque no me las
conozco demasiado bien) ¿Y cuáles son un caos? Grecia y, como caso
paradigmático, Italia. En las primeras hay, tradicionalmente, dos grandes
partidos, con un ocasional partido bisagra (Reino Unido y Alemania); en las
segundas, el caos más absoluto y la corrupción más generalizada.
Así pues, quizá sea peor el remedio
propuesto que la enfermedad…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario