Cuando
los Jemeres Rojos tomaron el poder en Camboya, desencadenaron una de las
mayores masacres en la historia de la humanidad; no tanto por los valores
absolutos (el genocidio nazi, sólo en lo referido a los judíos, más que dobló
las cifras), sino por los relativos (aproximadamente uno de cada tres
camboyanos murió durante los cuatro años que duró el régimen) y por el hecho de
estar dirigido contra el propio pueblo de Camboya.
El
régimen tenía como una de sus notas distintivas la oposición a todo lo que
supusiera vida urbana o intelectualidad, hasta el extremo, creo recordar, que
el sólo hecho de usar gafas era un elemento que casi con seguridad te
garantizaba un viaje al otro barrio.
Todo
esto viene a cuenta de la última ocurrencia de doña Rojelia: propone un servicio social de trabajo universitario para limpiar las sucias calles de la
capital. No digo yo que Madrid no sea una ciudad que está hecha una auténtica
porquería, y que a los universitarios españoles (o a parte de ellos, en
concreto la parte más politizada y menos estudiantil de los mismos) les vendría
bastante bien el remediar parte de la pocilga en que suelen convertir cualquier
lugar en el que se reúnen para montar sus algazaras y francachelas (es difícil
que vuelva a escribir una entrada en la que estas palabras resulten
aplicables).
Pero,
aparte de que esta propuesta supone un retroceso de más de medio siglo en la
universidad española (sí, en tiempos del franquismo se hizo algo parecido),
dada la ideología que está detrás de la misma quizá sea el primer paso en la polpotización de la vida española.
¿Que
suena demagógico? Quizá… o quizá no.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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