A la
izquierda española en general, y al PSOE en particular, la unidad de España
siempre se le ha dado una higa. En el pasado remoto, en el pasado reciente y
hasta en el presente. Llámese como se quiera (poner una vela a Dios y otra al
diablo, nadar y guardar la ropa, ni chicha ni limoná…), el caso es que cuando
ha llegado la hora de plantarse y defender la unidad de la patria común e
indivisible de todos los españoles, por usar la expresión constitucional, ha
costado Dios y ayuda que el partido del puño y la rosa se posicione del lado de
la legalidad. Y cuando lo ha hecho, ha sido con la boca pequeña y a
regañadientes.
Hace
poco más de una semana hemos tenido una nueva prueba de lo que digo. Se planteaba
en la asamblea legislativa de la comunidad autónoma de Madrid (lo que algunos
cursis llamarían parlamento autonómico)
una moción a favor de la unidad de España. ¿Y qué hizo el PSOE, PSM, FSM o como
demonios se denomine ahora? ¿Votar a favor? Quiá, se abstuvieron. Todos, menos
una de las parlamentarias, que votó en contra por una confusión subconsciente, dijo.
Una traición
del subconsciente, más bien, diría yo. Y no es la única…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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