Cuando
leí la noticia de que la Academia Española de Cinematografía (o como se llame
la institución de marras) había seleccionado una película rodada en vascuence
como la candidata española a ser nominada al Oscar a la mejor película en
lengua no inglesa, éste fue el pensamiento que cruzó por mi mente.
El segundo
pensamiento fue que el hecho de que nos estampanemos a las primeras de cambio
en este tema tampoco es que vaya a ser una novedad, precisamente. El cine
español, salvo notables excepciones, no interesa especialmente al público
español en general. Y como es dudoso que los susodichos académicos opten por
elegir como candidatas Ocho apellidos
vascos o Torrente – Operación Eurovegas
–películas que, a tenor de la taquilla, sí que han interesado al público
español-, año tras año se dedican a proponer películas que, en general, sólo
les interesan a ellos… y así les va.
Vale
que quizá Hollywood no sea el epítome del cine considerada como arte, pero es
que hay que tener clara una cosa: el cine, o es arte, o es negocio. Hay que
optar por una de las dos posibilidades… cosa que el gremio cinematográfico
español, en general, no ha asumido: proclama que lo que ellos hacen es arte, y
encima pretenden vivir de ello… a costa nuestra, y por duplicado (merced a las
subvenciones y a través de las taquillas).
El tercer
pensamiento (éste tardó un poco más) fue que, como está rodada en un idioma que
ni san Pedro entiende, lo mismo allí en Jolibú
no se dan cuenta de dónde viene y no sólo pasa el corte, sino que a lo mejor
hasta le dan el premio y todo…
No,
yo tampoco lo creo. Pero es una idea graciosa…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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