Que
Mariano Rajoy se entreviste con Pedro Sánchez a raíz de la nueva mamarrachada
independentista tiene sentido, puesto que el PSOE es, todavía, el primer
partido de la oposición. Que lo haga con Alberto Rivera, también, pues es la
fuerza emergente, puede ser la llave del gobierno (o de la gobernación, o de la
gobernanza… que no de la gobernabilidad,
como les gusta decir a políticos y periodistas) tras las próximas elecciones y
se ha batido el cobre la última legislatura en Cataluña (iba a decir los últimos cuatro años, pero en
Cataluña las legislaturas duran menos que un caramelo a la puerta de un
colegio). Pero… ¿Pablo Iglesias? Si se desprecian mutuamente.
Que Mariano
Rajoy desprecie a Junior es lógico:
es joven, soberbio, comunista, demagogo y quiere echarle del poder. Algo así
como Rosa Díez, pero mucho más radical y con coleta y barbita en vez de con
flequillo y tintes capilares llamativos. Que el neocom desprecie al registrador en excedencia también es lógico: a Snchz le enfrenta el competir por un
espacio político parecido; a Naranjito,
que es más joven (bueno, esto es por decir algo), más guapo, con más labia y
más telegénico que él, y además le está comiendo el terreno (iba a poner segando la hierba bajo los pies, pero no
estoy seguro de que la expresión sea aplicable en este caso, ya que no estoy
seguro de su significado exacto) entre los descontentos con el actual estado de
cosas; pero es que Rajoy supone todo lo que él anatemiza, ya que es viejo
(relativamente), de derechas, de la casta,
defiende (más o menos) la vigencia de la Constitución y de la unidad de España…
Vamos,
que ese encuentro puede ser más breve aún que el que mantuvo con el exjugador
del Estudiantes… y sin comida.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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