Si a
algo han sido aficionados tradicionalmente los comunistas ha sido a los oxímorones. Ya desde sus inicios, llamar
científico a su versión del
socialismo denotaba su enorme cara dura… o su minúsculo conocimiento del
significado de las palabras.
De
ahí pasaron a lo de las repúblicas populares,
que eran de todo menos eso: ni en el sentido de gobierno por el pueblo
(mandaban las élites, como siempre), ni en el sentido de ser aceptadas y
queridas (los que las defendían estaban siempre fuera, y no mostraban
demasiados deseos de abandonar el decadente y burgués mundo capitalista).
Ahora,
los neocom madrileños han tomado esa
larga tradición, y se han descolgado hablando de la ciudad de los cuidados. El concejal encargado de explicarlo, Javier
Barbero, responsable de Salud y Seguridad, se ha perdido en su habitual verborrea
con la que trata de llenar todas aquellas reflexiones carentes de sentido, y ha
dicho que la oficina de los cuidados es la que pone en el centro "la sostenibilidad de la vida".
Que
eso lo digan los defensores del aborto y la eutanasia y los que hacen mofa,
befa y escarnio de la Shoá…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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