Según no se cansan de repetir todos los medios, parece que delendum est bipartidismo. Por ello, son muchos los que claman que, en los sedicentes debates (léase, sucesión de monólogos, aunque con interrupciones constantes por parte del perorador socialista a su contrincante popular) a realizar en campaña electoral deberían intervenir los candidatos de más formaciones políticas.
En general, se suele aumentar el número a cuatro: Rajoy, Pdr Snchz, Alberto Rivera y Junior. Aunque no se dice, supongo que se asume que serán esas cuatro formaciones las que partirán el bacalao tras las elecciones, y por ello se admite a partidos sin representación en el Congreso saliente (naranjitos y neocom) al tiempo que se deja fuera a partidos que sí la tienen (paleocom y UPyD), asumiendo que estos últimos tendrán un carácter poco menos que testimonial en las nuevas Cortes Generales (que, a tenor de las encuestas, recordarán a la sopa de letras de hace cuarenta años, con docena y media de partidos dispuestos a rebuznar).
Aunque no lo digan tampoco, asumo que en los dos principales partidos (para entendernos, PP y PSOE) hay un pánico cerval a dejar intervenir a los nuevos. En la formación popular las cosas no están nada claras, sobre todo en lo que se refiere al catalán, que es el que parece estarle comiendo el terreno (o robándole votantes) a los populares, y tan pronto se dice que hay que debatir con todos como que sólo los candidatos con posibilidades reales.
Dejando aparte el hecho de que no aclaran de qué son las posibilidades (y si no, que se lo digan a Esperanza Aguirre, que habiendo sido la candidata más votada para la alcaldía de Madrid tiene que contemplar las ocurrencias de doña Rojelia y su pandilla de perroflautas asaltacapillas filoterroristas y judeófobos desde los escaños de la oposición), no entiendo (del todo) el por qué Rajoy, como dicen algunos, intentará evitar a toda costa el debate con Rivera.
Es cierto que el catalán tiene labia, se vende bien y es un buen polemista. Sin embargo, Rajoy, cuando no está encorsetado, no es mal orador, sino todo lo contrario: en general, en sus intervenciones parlamentarias son mucho mejores sus contraréplicas que sus discursos iniciales, ya que es entonces cuando deja salir la retranca gallega. Es cierto que una cosa le falta: no estar acomplejado por ser de derechas. En esto, como en otras cosas, debería tomar ejemplo de Esperanza Aguirre, que cada vez que Fostiatus soltaba alguna chorrada le espetaba las del barquero en relación con los socialistas, su historia y sus deméritos. Y, aunque con poca ejecutoria en la cosa pública, Ciudadanos tiene ya algunos puntos atacables, como el hecho de que esté tratando con mucha mayor severidad al ejecutivo madrileño que al andaluz. Asumiendo que ambos tuvieran unos predecesores igual de corruptos (cosa que no creo, pero tomémoslo como premisa), hay una diferencia sustancial: Cifuentes es una recién llegada a la política autonómica, mientras que Díez ha formado parte de los últimos ejecutivos autonómicos andaluces, los del PER, los cursos de formación y demás.
En fin, el tiempo dirá. Pero, para Rajoy, si debate a cuatro, posiblemente malo; pero si se niega, con seguridad peor. En esto, el telegénico candidato socialista ha andado más vivo, y se ha declarado dispuesto a debatir con todos y sin cortapisas. Lo dirá sinceramente o no, y se verá si es una buena decisión o no (pocos partidos tienen más por lo que callar que el PSOE), pero cara a la galería es que no les queda otra a sociatas y peperos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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