domingo, 11 de octubre de 2015

Dura lex, sed lex

Cuando el grupito de Junior no era más que una panda de delinquidores, se dedicaban a empapelar nuestras ciudades con proclamas plúmbeas e infumables en las que, demostrando una supina ignorancia en materias como el Derecho y la Economía, se permitían realizar artificiosas disquisiciones entre deuda legítima e ilegítima, obviando el hecho ineludible de que toda deuda legalmente contraída es, per se, indefectiblemente legítima.
Sí, lo sé, conforme el párrafo anterior avanzaba, devenía más y más perifrástico y emperifollado. Ha sido algo buscado a propósito. No sé exactamente con qué propósito, la verdad –más allá de emplear vocablos cuanto más rebuscados y rimbombantes, mejor-, pero a propósito.
A lo que iba. Enfrentados a la dura realidad del cotidiano ejercicio del poder, los neocom se han visto forzados a recular en algunas de sus plazas y en algunas de sus materias. Eso sí, obstinados como son, falsean las razones por las que lo hacen (o por las que no lo hacen, depende del punto de vista).
Tomemos como ejemplo la Villa y Corte. El consistorio presidido (decir dirigido sería asumir que saben a dónde van…) por doña Rojelia se ha visto obligado a seguir amortizando la deuda contraída por Ruiz Gallardón y reducida por Ana Botella (sí, esa alcaldesa tan denostada por no hablar bien en inglés –quisiera saber cuántos del actual equipo de (des) gobierno municipal se desenvuelven con soltura en la lengua del bardo de Stratford- y por ser esposa de quien es); pero claro, como esa onerosa (nunca mejor dicho) y, en su opinión, oprobiosa deuda no debería (según ellos) ser pagada, salen con que aprueban medidas de austeridad por responsabilidad de gobierno cuando lo que pasa es que, en realidad, la Ley no da otra opción.
Si es que la izmierda sólo acierta cuando rectifica… y no siempre, todo sea dicho.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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