En
una sola cosa ha sido sincero Junior cuando
ha hablado con calma (cuando se exalta pierde toda contención y manifiesta lo
que piensa de verdad): en que tiene su ego en niveles estratosféricos. Por eso,
lo que más le fastidia es que se le rebaje al nivel de los simples humanos (lo
cual, en puridad, ya supone situarle muy por encima de sus merecimientos
objetivos).
Hace
un par de semanas se produjeron un par de incidentes que, si no estaban
dirigidos por los neocom, sí que fueron
alentados y defendidos por ellos, porque coincidían con su estrategia de ir
contra todo lo que suponga el Estado de Derecho. El primero fue el motín en el
centro de internamiento de extranjeros; el segundo, el reventar la conferencia
de González y Cebrián en la Autónoma. Para el de la coleta, en lo primero
tenían razón los inmigrantes, y en lo segundo se trataba de una protesta estudiantil que constituye un síntoma de salud democrática. Cuando
intentó llevar su agitación callejera al Congreso –una buena muestra del bajo
nivel del parlamentarismo español actual es la categoría intelectual de los
diputados-, con otra de sus muestras de cartelitos, fue frenado por la presidente de la Cámara.
En
cuanto a la reacción de la sección municipal de los neocom, tampoco es que fuera para echar cohetes. La alcaldesa, con
una de sus frases entre obvias y estúpidas –es decir, con una de sus
perogrulladas- señaló que lamentaba que los violentos usaran caretas porque se pierde la empatía. Evidentemente, si algo
no querían esos terroristas era empatizar, señora juez en excedencia. En cuanto
a la estríper asaltacapillas, no condenó los hechos.
Veremos
si esta gentuza reacciona igual cuando las protestas se dirijan contra ellos. Que
ya sabemos que no, porque cuando se protesta contra ellos, los que lo hacen son
unos fascistas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!