La
izquierda está trufada de eso que –creo recordar que era él- Alfonso Ussía
denomina ecologista coñazo. Es decir,
alguien que, según él mismo, se preocupa por el medio ambiente, pero que además
no deja de manifestarlo machaconamente a la menor oportunidad que se le dé (y
aunque no se le dé, es como esos cuñados arquetípicos que no pierden ocasión de
intervenir venga o no venga a cuento). Aunque muchos de esos ecologistas sean
en realidad ecolojetas (Al Gore sería
un caso típico), porque en su vida diaria contaminan mucho más que aquellos a
los que dicen combatir.
Ya en
tiempos del viejo profesor se
pretendió recuperar el Manzanares, de modo que en él vivieran peces y patos. Peces
no sé, patos sí que quedan; pero lo que hay, sobre todo, son gaviotas (¡en
Madrid!), que son las verdaderas ratas con alas del mundo animal (y no los
murciélagos). Ahora, doña Rogelia y
su equipo han anunciado que plantarán dieciséis mil ochocientas treinta y una
plantas (ni una más, ni una menos) en el aprendiz
de río, y que pretenden introducir nutrias.
Al tiempo,
pero algo me dice que la gente se va a dedicar a cazarlas, y no a admirarlas. Eso,
si sobreviven.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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