Uno
de los requisitos imprescindibles para ser canonizado es haber realizado un
milagro (en realidad, me parece que hacen falta dos milagros, pero para el
chascarrillo que me propongo perpetrar en esta entrada es indiferente). Pues bien, parece que Mariano Rajoy está a punto
de cumplir ese extremo.
En efecto,
va a conseguir lo que no han conseguido ni el aborto, ni las uniones
homosexuales, ni el sedicioso estatuto catalán, ni nada en los últimos cuarenta
años: que los diputados socialistas (bueno, al menos algunos) voten en
conciencia, en lugar de hacer lo que dice el jefe del grupo parlamentario.
Me refiero,
claro está, a la presumible tercera sesión de investidura del líder del Partido
Popular. Porque aunque el portavoz de la gestora del PSOE haya afirmado, tan
seguro él, que si se opta por la abstención todos la acatarán, incluido Sánchez, ya hay alguno (alguna, de hecho) de los pedristas (o sanchistas… pero no sanchecistas)
que ha declarado que en tal coyuntura no piensa abstenerse.
Lo dicho,
un milagro de proporciones bíblicas. Como Héctor, que diría Isidoro.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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