viernes, 13 de diciembre de 2019

De-generados

Los herederos del marxismo –el llamado feminismo, el llamado ecologismo- tienen en común con su antecesor el hecho de que demonizan a cualquiera que, no ya se les oponga, sino siquiera dude de sus postulados, los ponga en cuestión o no los comparta a pie juntillas. Y lo hacen no guardando las formas, sino chillando como descosidos.
En el caso de la llamada violencia de género, es Vox el enemigo (puesto que los ismos citados conciben la situación en términos de amigos y enemigos). No porque niegue la llamada violencia de género o violencia machista, sino porque no se circunscribe a la misma.
Si, ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, los representantes de Vox se desmarcan de las celebraciones oficiales (las de la izquierda sectaria y la de la derecha maricomplejines) del llamado día contra la violencia de género, un grupo de mujeres les abuchean, patalean y abandonan la sala.
Y luego están aquellos que mienten. Dios sabe por qué razones, pero mienten. Porque decir que Vox está buscando el voto en el nicho de los maltratadores es, o ser muy estúpido, o ser muy malvado. Porque Vox está en contra del maltrato, venga de donde venga y se dirija contra quien se dirija. Y por eso se opone a la inconstitucional y gramaticalmente incorrecta ley contra la violencia de género, dirigida exclusivamente contra los varones heterosexuales, presuntos culpables sólo por el hecho de serlo.
En el Ayuntamiento de Madrid, los pomelo se unieron a suciolistos y neocom y permitieron la reprobación de Javier Ortega Smith. Sólo el Partido Popular votó en contra porque, como dijo el alcalde, no se trataba de una discrepancia política, sino de una reprobación formal por el ejercicio de un derecho a la opinión y a la libre expresión.
Que me reprueben a mí también. Cuanto más chillen, más convencido estaré de que mi posición es la correcta.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: