Leí
este libro, y quizá alguno de los que le siguen, hace ya bastantes años
(probablemente más de media vida). Quizá, incluso, lo leyera en inglés. Sin
embargo, no fue hasta hará año y medio que pude adquirir la saga completa (que,
ya puestos, es como me gusta leerme a mí las historias en varios volúmenes…
¿has oído, George R. R. Martin?).
En
el ínterin (entre la compra y la lectura), aproveché y me vi la película… de la
que no recordaba, entre otras cosas, que el protagonista fuera Martin Freeman,
el Watson se Sherlock y el Bilbo del Hobbit de Peter Jackson. Pero a lo que
vamos.
La
obra es entretenida. En la pura línea del humor satírico inglés, que con
suavidad pero con firmeza, no deja títere con cabeza (sí, soy consciente de que
acabo de hacer un pareado), y se mete con (casi) todo lo divino y lo humano, y
bastante de lo de entremedias.
Un
último detalle, quizá irrelevante pero curiosamente de acuerdo con el
surrealismo de la obra. El día de Nochebuena, por la mañana, me pasé por el
banco a hacer una gestión. Previendo la posibilidad de tener que esperar cola,
me llevé el libro. No tuve que esperar demasiado, y ya estaba terminando la
gestión cuando la chica –llegada cierta edad (la mía), uno considera a todas
las mujeres de las que no puede afirmar que sean indubitadamente mayores que él
como chicas- que me había atendido me
preguntó que qué libro estaba leyendo. Cuando le dije el título, me contestó Ah, sí, es un libro de autoayuda, ¿no?
Me
huelo que a Douglas Adams podría haberle hecho gracia. A mí me la hizo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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